Analisis Completo

Nota: Carlos Matute Ron – Periodista – Venezuela

La obra del alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche ha sido objeto de análisis muy variado, dado a su carácter filosófico, puesto que casi toda ella está dotada de un estilo literario más bien libre y ajeno al canon metodológico del ensayo. Por otra parte, el contenido de su prosa se caracteriza por acudir a elementos críticos, sobre todo a la cultura, donde suele mostrarse arrogante e impositivo con su punto de vista.

     Bien es cierto que Federico Nietzsche tuvo gran influencia de contenido por parte de Arthur Schopenhauer (y estos a su vez influyeron al contemporáneo Emile Ciorán), escritor éste que también estaba dotado del pesimismo pasional, revelándose a través de la filosofía ese tono trágico de la vida y que muchos, muy superficialmente, han denominado, como corriente filosófica, nihilismo.

    Ningún escritor es dueño de su idea. La idea, una vez expresada como tesis conceptual, deja de ser de la propiedad del autor para formar parte del mundo de las ideas colectivo (¿Platón remodernizado?), es decir, de un imaginario totalizante, donde diversas posiciones políticas incluso, pueden beber de ellas, sin que exista ningún problema, aparentemente, de lógica. Y quizá este sea el punto más álgido y debatido que circunda la obra de Nietzsche y su mayor creación: la del Súper Hombre.

    Es conocida la influencia que tuvo el alemán que renunció a su nacionalidad (Nietzsche se hizo ciudadano suizo y además no creía en el nacionalismo), a Adolfo Hitler y su proyecto de Nacional Socialismo, que estuvo muy ligado al del italiano Benito Mussolini. Fascismo y Nazismo se toparon con una idea común: hacer de sus naciones las más grandes a toda costa. Para ello debían cimentar culturalmente una nueva idea de ser, que ya Nietzsche lo había proclamado como Super Hombre. Pero muchas cosas no quedan claras, sobre todo para autores estudiosos de la vida de Nietzsche y más aún para círculos de estudio que asumen literalmente la obra de Nietzsche, sin asumir que en ella hay un estilo literario muy marcado y permite jugar con la idea, desde la lógica del personaje histórico como también una suprema creación que se aleja de la realidad animal que ata al hombre a su inferioridad.

    El hecho de trabajar la metáfora como eje central de su pensamiento (¿algún parecido con la Biblia?), ha permitido una variedad de interpretaciones que en muchos de los casos es errada al asumir al nihilismo como una verdad totalizadora cuando se afirma que ‘’Dios ha Muerto’’. La filosofía a martillazos en la cual se ha movido el pensamiento occidental ha usufructuado de Nietzsche a su propio beneficio, cegando su obra y disminuyéndola a la insensata idea de la destrucción del ser. Nietzsche, cuando plantea la vitalización del hombre, ciertamente encadenado por estereotipos y paradigmas religiosos, morales, científicos y de lenguajes. Zarpar de todo el occidentalismo ha sido un reto que no solo Nietzsche se lo ha planteado. Autores tan variados como Herman Hesse, Allen Gingsberg o el venezolano José Manuel Briceño Guerrero también han planteado, desde el budismo Zen, las drogas alucinógenas y el despertar del lado dormido de la mente o la reafirmación de lo salvaje y la sublimación de la gran rebelión de los pobres, zarpar de Occidente y sus cánones y estereotipos. Pero, y he aquí la gran diferencia. El Siddhartha de Hesse dura toda su vida buscando la iluminación, utilizando como proceso reflexivo la aflicción leve que le dio la vida y que solo a través de la espiritualidad del ser va a conseguir (Siddartha Gautama será conocido a la postre como Buda; un superhombre), en cambio un Súper Hombre nietzscheano, ha sido muy mal entendido y utilizado a conveniencia de ideologías, sobre todo de derechas, cuando plantea el sufrimiento como única posibilidad de que el ser se revitalice y comprenda en definitiva su razón de ser. Y es desde allí, desde el dolor y la ruptura  que el Súper Hombre debe generar su propio sistema de valores, identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder (¿Principios revolucionarios?)

    En ambos casos, es la trascendencia lo que está detrás de la razón del ser. El superarse a sí mismo. La trascendencia del ser incluso como humano implica decididamente también una trascendencia espiritual y es este un nudo central dentro de la obra del loco de Turín (ciudad italiana donde vivió y sufrió varios accesos de locura), porque, volvemos al viejo punto de querer reinterpretar una metáfora como lo ha sido su ‘’Dios ha Muerto’’.

    Ciertamente esta frase se refiere a un conjunto de valores que deben morir y que son representados categóricamente por las instituciones del estado. El italiano Antonio Gramsci, enemigo acérrimo del fascismo, lo diría de una manera más política y comprometida: aquello que no termina de morir, aquello que no termina de nacer. Esa sensación dolorosa de superarse del entorno social puede sonar altiva, hedonista, arrogante y altanera, sin embargo, en un mundo de apariencias, para ser grande hay que ser Súper Hombres. Ni Hitler lo entendía así ni muchas corrientes del pensamiento tampoco lo entienden así.

    Con títulos tan controversiales como El Anti Cristo o Más allá del Bien y del Mal, es lógico que muchos hayan realizado sus propias interpretaciones, muy erróneamente para conducir a las masas lectoras por caminos entreverados para proyectos de dominación basados en la supremacía de una idea desde la tristeza, la rabia, el dolor, y el sentido de superioridad, todas ellas alejadas de la idea primaria de Federico Nietzsche del Super Hombre, quien realmente plantea que al hombre que hay que superar es al que se somete a los valores tradicionales, a la “moral del rebaño”, a la moral basada en la creencia de una realidad trascendente que fomenta el desprecio por la vida, la corporeidad y la diferencia entre las personas. El Súper Hombre sólo es posible cuando se prescinda absolutamente de la creencia en Dios, cuando se realice hasta el final la “muerte de Dios”. Y Dios ha devenido en tiempos actuales en el Mercado Global y el compra vende, globalizado desde una idea de las miserias del capitalismo barbárico donde todo tiene una vitalidad monetaria si sirve para esclavizarse a sus órdenes. Dios se ha convertido en unas siglas que la manejan los grandes consorcios, la banca y la industria guerrerista. Esa idea de Dios no es espiritual ni trascendente.

    En ese sentido, cobra razón la muerte de Dios. Y no hay que olvidar, que una famosa familia inglesa judía, de ascendencia jázara, era la que financiaba a Federico Nietzche. Esta misma familia que se ha erigido como Dioses de Occidente, ha utilizado la contradicción como arma de control masiva, en un plan que abarca toda la industria cultural que conocemos. Ellos, los reyes encubiertos con máscaras de cordero eran el blanco de los ataques dirigidos por nuestro sifilítico autor, quien, así como Marx, trabajó para ellos (sin que estos lo supiesen), porque estos estaban interesados en saber qué pensaban   ese binomio totalmente antitético y eran los únicos que podían pagarles (muy mal por cierto) sus investigaciones. Ambos se burlaron con su pensamiento, de esa familia: Marx promoviendo la destrucción del viejo orden establecido y el Estado Burgués a través de la violencia, y sus continuadores también plantearon, necesariamente, la creación de un Hombre Nuevo; Nietzsche, a través de Hitler, fue usado para que se erijan como las víctimas de la historia del Siglo XX el Sionismo Jázaro (que financió abiertamente la segunda guerra mundial, así como la Revolución Francesa, la Guerra contra Napoleón, la Guerra Civil Norteamericana, ambos lados, para ser más precisa y el apoyo a los bolcheviques en la lucha contra el Zar como venganza por la expulsión de Kazaria 400 años antes: esta mafia solo busca la contradicción y genera la confrontación. Ellos son los espectadores y quienes salen ganando de todo conflicto), que utilizaron convenientemente el ‘’holocausto’’ para erigir, en 1.948, el estado de Israel. ¿Será cierto, como él mismo decía, que ‘’No hay hechos, sólo hay interpretaciones”? Para la real política ha terminado siendo más peligroso y subversivo Nietzsche que Marx.

     Más cierto, que aún todo lo que se publica de Nietzsche, siempre se deja por la borda ese magnífico aforismo que encierra una mayor verdad y con la cual despide su trágica historia con una sonrisa de oreja a oreja, al que conocemos como el más obstinado y enfermo de los filósofos contemporáneos (de hecho, es señalado como el padre de la filosofía contemporánea): ‘’Si el Ser es proponer un valor auténtico, y el querer su Eterno Retorno, entonces es necesario afirmar con alegría la vida y aceptar su diversidad.

 

Bibliografía:

La Metafísica del Artista, Goar Sánchez, Monte Avila Editores, 2.017. Caracas.

Así habló Zaratustra, Federico Nietzsche, Biblioteca Edaf, Decimoquinta edición. 1.992.

Más Allá del Bien y del Mal, Friedrich Nietzsche, Alianza Editorial,  1.976.

Humano, Demasiado Humano, Friedrich Nietzsche, Editores Mexicanos Unidos, , 1.998.

El AntiCristo, Federico Nietzsche, Alianza Editorial, 2.005.

Conversaciones sobre Arte y Geopolítica. Ricardo Chitty y Carlos Matute. Compilado.

 

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